Me desperté por la humedad que sentía en mi cuerpo, la resequedad que quedaba después de escurrir era lo que me asustaba, a cada despertar la luz me cegaba.
Nunca pensé que la sangre tuviera una textura tan corrosiva, al estar lacerando a esa cosa sentía una interminable afición por seguir haciéndolo, lastimar cada vez más hasta masacrar su carne ya sin huesos. El olor de su carne macerada era la satisfacción para mi olfato, el rictus de dolor era un placer para mis ojos, el querer detenerme era sencillamente imposible. A cada golpe percutía el sonido de la piel con los huesos, interpretaba todo el odio que existía en ese lugar, musicalizaba con cada grito el dolor de encontrarnos allí.
Salí arrastrando el alma por el dolor infringido, sudando la tristeza de haber lastimado tanto. ¿Cómo era posible que tanto placer sentido se hubiera convertido en tanto dolor físico? Caminé a orillas del Rin con la carga del sollozo inexplicable, gritando sin ser escuchado, llorando sin ser consolado, vagando con la soledad de la eternidad.
Empecé por arañar el pecho, busqué el corazón que tanto vacio me ha hecho sentir, lo hacia para arrancarlo del lugar del dolor. Con la uña levantaba la piel, veía como sangraba en mis dedos, era fascinante ver el color del calor que sentía al escurrir por mis manos. Llegue a las costillas que lo protegen y su dureza me incitaban a golpear con la furia que impulsa la desesperación… pero arrancarlo intacto, sin marcas.
Vi las manos y recordé las caricias que habían propiciado, la protección que habían brindado. ¿En que momento se volvieron vacías? Quise cortar las palmas y con ellas quitar los rastros de una vida ligada a líneas consagradas. Quise arrancar el vacio que ellas contenían.
Corte el dedo índice, ese dedo que había callado la boca con una caricia dulce. Al cortarlo corté la mentira que generó el haber evitado la verdad. De el sangró la traición de haber señalado, el dolor de haber callado a quien decía una verdad, la egolatría de haber tocado las estrellas.
La sangre goteaba y calló junto a los pies, al verlos surgió en mi la ira de haberlos visto recorrer tanto camino… y no haber aprendido a parar, no saberlos controlar. Al verlos quietos fue mi oportunidad de clavarlos para que ya no se pudieran mover. Los amarre y quemé las plantas de ellos para verlos estáticos, para que por fin se queden juntos.
Al quemar los pies escuche un grito de dolor carnal, expulsado por la efímera voz de una boca cansada de hablar sin ser escuchada. Mordía los labios para arrancarlos de su lugar, para hacer de ella una sonrisa eterna, para que no volviera a profesar mi nombre sin la felicidad que requiere el hacerlo. Las rodillas tocaron el suelo y para mi fue un insulto la falta de fuerza, decidí romperlas con el odio amarrado a un mazo, las golpee hasta que perdieran la forma de la débil vergüenza.
Al sentir el último golpe del ojo brotó una lágrima, busque el clavo mas fino para poder sacar ambos ojos sin marca alguna, ellos ya habían visto tanto que merecían no llorar más, de ellos ya no puede brotar la lagrima ensangrentada de la visión oculta. Ya no importaba el que los retirara, ya no los iba a utilizar más.
Lo único necesario son los oídos…
¿Conoces la importancia de escuchar tu nombre en otros labios? Yo no. Solo soy el asiduo acompañante de la muerte, solo la sigo a lo largo de la eternidad, solo decidí mi suicidio para escuchar mi nombre en los labios de alguien más. Escuchar que me nombraran desde más allá de la comprensión. ¿Por qué infringir tanto dolor? Porque será el mismo dolor que tu sentirás al hablar de mi y no nombrarme, al contar mi historia y no decir el papel del actor principal. Si no eres capaz de decir mi nombre al mencionarme, la furia de mi ego vendrá a arrancarte la poca vida que puedas tener en tu vacio ser, saciare mi ser con la sangre que correrá entre mis dedos y veré el vacio de tu putrefacto cuerpo en descomposición. Te oleré morir y caminaras conmigo a lo largo del rio sin entender el sendero de cráneos que tronaran a mis pies. Uno de ellos será el tuyo ¿ahora preguntas quien soy yo?
Yo soy aquel que te escucha hablar y desea matarte, yo soy quien te arrancará el corazón con la uña, son quien te cortará las manos y dedos, soy quien clavará tu pies y los quemará para que ya no puedan andar, morderá tus labios para que tus gritos se ahoguen en mis carcajadas, y seré el último ser a quien tu veras antes de que te arranque los ojos al morir.
Yo soy…